Ya pasó San Marcos, un día entrañable para la mayoría de los lojeños, que disfrutan de un día de campo (cuando se puede) en compañía de sus familiares y amigos. Un día de "excesos" en la comida y en la bebida, pero que quedan almacenados en nuestros más entrañables recuerdos. Un día de compartir festivamente con los demás, de retomar la tertulia solo interrumpida por el sonido del campo y de los demás, olvidándonos de la televisión que impide el diálogo en la mayoría de las familias.
Una verdadera comida, compartida y consentida, que brinda al diálogo (incluso el enfrentamiento) y la puesta sobre la mesa de los ideales individuales, donde la familia comparte y construye los nuevos puentes para mantenerse unida.
En fin un día que seguro quedará en el recuerdo de los mayores, y por supuesto, en el de los niños disfrutando del juego sin las normales restricciones a los que les sometemos constantemente.
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